El fin de las vacaciones de verano es, históricamente, el momento en el que más rupturas se producen. Relaciones que venían “tocadas” reciben su puntilla con la convivencia estival, algo a lo que este año añadimos una pandemia en la que la convivencia durante más de tres meses ha sido 24×7: el verano “pandémico” traerá no pocos divorcios y, por desgracia, en más de uno y de dos aparecerá el componente de la violencia doméstica.